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El Dolor Músculo Esquelético en Perros y Gatos

Actualizado: 16 may 2023


cojeras perros

De seguro alguna vez se han preguntado si su "perrhijo" o "gathijo" está sintiendo dolor por causa de una cojera. A veces nuestra mascota hace algún tiempo cojea, pero creímos que era tolerable debido a que nos dimos cuenta hace tiempo que camina así, aparentemente sin complicar su día a día.


Existen varias condiciones anatómicas (por ejemplo, displasia de codo o cadera) o patológicas (por ejemplo, artritis producto de un trauma articular antiguo o ruptura de ligamento cruzado craneal) que en algún momento de sus vidas representarán un cambio en su modo de caminar. Al pasar el tiempo nuestra mascota pierde fluidez en sus pasos, le es difícil hacer algunos movimientos que antes hacía livianamente. Ahora es difícil pararse, correr, subir sillones, y hasta sentarse, cambian las posturas físicas en reposo y las horas de actividad diaria van disminuyendo. Si bien este proceso podría ser degenerativo y no deberse a una lesión en particular, es importante mencionar que mas del 20% de los perros mayores a 1 año ya tienen signos radiográficos de osteoartritis, por lo tanto si en este caso diagnosticamos a temprana edad una lesión articular, podríamos desacelerar su deterioro desde los primeros años de vida.


Tenemos condiciones que son compartidas por un gran porcentaje dentro las razas (Por ejemplo displasia de codos y caderas en labrador retriever y pastor alemán, o luxación patelar en razas condrodistróficas como poodle toy y bulldog francés) , enfermedades del desarrollo o genéticas que podrán complicar la deambulación de nuestros queridos desde que son pequeños. Este es un motivo de alerta si como tutores percibimos que la marcha de nuestra mascota es poco fluida o carece de simetría en su patrón de movimiento, aún siendo jóvenes, no debemos tardar en consultar idealmente con un Traumatólogo Ortopedista o un Fisiatra.


Las causas son variadas, pero en términos generales reconocemos una cojera como una manifestación de un problema en la mecánica de movimiento del cuerpo en su desplazamiento, por causa mecánica (sin dolor, como en el caso de una luxación patelar en estadios iniciales pero de grado mayor a 2, o posterior a la consolidación de una fractura que reparó perdiendo su eje o longitud ósea), o patológica (inflamatoria y dolorosa) como una ruptura de ligamento cruzado, fractura reciente o artritis secundaria a trauma articular. En cada caso necesitaremos dar un tratamiento precoz enfocado en evitar las consecuencias de un atendimiento tardío y estar seguros de que el dolor está controlado.

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La International Association for the Study of Pain (IASP) define el dolor como "una sensación desagradable y una experiencia emocional en respuesta a una lesión tisular real o potencial". Nuestros animales son declarados seres sintientes y la fisiología de su sistema nervioso es similar a la de los humanos. Con esta base podemos afirmar que ellos sienten dolor, y aunque sus posibilidades de manifestarlo verbalmente como nosotros son reducidas, ellos no están exentos de padecerlo.


A grandes rasgos existe el dolor agudo y el dolor crónico. El dolor agudo básicamente corresponde a la sensación desagradable que tenemos cuando se daña alguno de nuestros tejidos (por ejemplo una herida), nuestro cerebro nos avisa que el cuerpo está padeciendo de un daño suficientemente importante para que tomemos alguna acción en pro de sanar. Esta acción puede ser una respuesta refleja inmediata, o más elaborada y consciente, que nos lleve a huir de esa amenaza. La amenaza (estímulo doloroso) a un tejido podría ser de tipo química, térmica (calor o frío intenso) o mecánica (un traumatismo o presión excesiva sobre un tejido sensible). En este caso, sin duda el dolor tiene una función protectora, funcional, incluso muchas veces necesaria para nuestra supervivencia.


Sin embargo, cuando el estímulo doloroso se prolonga en el tiempo, nuestro cuerpo en su naturaleza intentará avisar al cerebro de una manera más eficiente que seguimos en presencia de un daño, para que ahora sí tomemos acciones destinadas a sanar. La manera más eficiente que nuestro cuerpo tendrá para avisar el daño será multiplicando sus receptores de dolor. Habrán cambios moleculares en nuestro sistema nervioso central, con el objetivo de amplificar la señal inicial de dolor. Cuando esto ocurre ya estamos en presencia del llamado dolor crónico o mal adaptativo, debido a los esfuerzos de nuestro sistema nervioso para dar cuenta de que tenemos un daño tisular (herida o lesión crónica) que debemos aún resolver.


Cuando las señales dolorosas se mantienen en el tiempo y ya se produjeron cambios moleculares en nuestro sistema nervioso, ahora nuestros receptores aumentaron en número y están hipersensibles al dolor; estímulos que no dolían ahora comienzan a doler, incluso cuando nuestro tejido (herida de piel, daño articular, muscular, etc.) ya cicatrizó. Cuando el dolor crónico se ha instaurado y el nivel de dolor que sentimos no corresponde a un daño real, tendremos herramientas para su control, pero no necesariamente lograremos revertir todos los procesos de señalización que se han activado para persistir. Aquí radica la importancia de tratar el dolor agudo a tiempo y resolver en el menor plazo posible nuestras lesiones, mediante herramientas farmacológicas, fisioterapéuticas o quirúrgicas cuando sea el caso.

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Además de las señales que se presentan en el cuadro anterior, podríamos ver que nuestro animal reduce sus interacciones en la casa, ya sea con otras personas o con otros animales hacia los que antes presentaba mayor disposición e incluso conducta de juego. En los paseos se cansa antes de tiempo, se echa con frecuencia o quiere volver a casa antes de lo previsto. Suceden cambios de comportamiento, trastornos del sueño y conductas agresivas en algunos casos más complicados.


La interpretación de las señales dolorosas es un tanto compleja en animales, por lo cual será de gran utilidad la observación del tutor para determinar la influencia del cuadro doloroso en la calidad de vida del paciente. Así será posible evaluar posteriormente la respuesta al tratamiento analgésico instaurado. Si bien los perros son más demostrativos que los gatos, probablemente no veamos a ninguna de estas especies "llorar" de dolor, ya que no es lo más común en casos de dolor crónico. Por lo tanto es muy importante la observación y consulta temprana con su Médico Veterinario Fisiatra para aclarar dudas.

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El tratamiento del dolor en la actualidad debe ser multimodal, es decir, consiste en el uso criterioso de diferentes opciones con efecto analgésico de las cuales se beneficiará el paciente, cuidando siempre su salud interna y respetando el uso de medicamentos en la mínima dosis efectiva posible;

Entre las diferentes opciones de tratamiento con finalidad analgésica está el tratamiento quirúrgico, o el tratamiento conservador, que podría incluir alternativas como el frío local, calor local, electroterapia TENS, magnetoterapia, LASER terapia, ultrasonido terapéutico, ondas de choque, masoterapia, terapia manual articular, acupuntura, ozonoterapia, botox intraarticular, anticuerpos monoclonales, cinesiterapia (ejercicio físico), medicamentos antiinflamatorios, analgésicos, fitoterápicos como aceite de Cannabis y preparados homeopáticos, nutracéuticos como Omega 3, glucosamina y condroitina, entre otros de uso humano y/o veterinario.


El dolor será solucionable definitivamente o solo controlable en algunos casos más avanzados (dolor crónico). Cada paciente es un organismo que responderá de forma individual al tratamiento multimodal, siendo importante la evaluación constante y buena comunicación Médico - Tutor, que facilitará modificar el protocolo analgésico en el tiempo que el paciente precise de acuerdo a su evolución.


Gracias al abanico de opciones terapéuticas hoy presentes, será posible siempre mejorar en alguna medida la calidad de vida de nuestro perro o gato que accede a un tratamiento integral e interdisciplinario, con colegas de áreas que se complementan para la rehabilitación.


M.V. Jorge Medina Galleguillos

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